domingo, 30 de noviembre de 2008

NAUFRAGIO


¡Virgen del Carmen, tú eres
de los mares nuestra reina,
yo te pido explicación
recordando al Valbanera!

Se ha hundido el Valbanera,
barco de tanto valor
con jardines y teatros
de luminoso color.

De Gran Canaria salió
con rumbo para La Habana,
con cientos de pasajeros
de siete islas hermanas.

Barco lindo y muy precioso,
como era el Valbanera,
de seda sus camarotes
y de espaciosa cubierta.

Cuando iba navegando
ni siquiera se enteró
que en La Habana le esperaba
un gran golpe de traición.

Cuando en Santiago atracaba
la noticia recibió,
de que allí se mantuviera,
que se acercaba un ciclón.

—Agradezco la atención
con toda amabilidad
—así ha sido la respuesta
que ha enviado el capitán —.

Tengo confianza en mi barco,
también en sus maquinarias,
antes del ciclón llegar
estaré andando en La Habana.—

Todavía el capitán
no se había equivocado
porque en varios temporales
su barco se había salvado.

Muy quieto y bien atracado
está el barco todavía,
cuando una niña llorando
a su madre le decía:

— ¡Quedémonos, mamaíta!
—le suplicaba la nena —,
en el puerto de La Habana
no hará escala el Valbanera.—

Muchos pasajeros más
lo mismo querían hacer
pues la niña adivinaba
lo que iba a suceder.

Así lo hizo su mamá,
aunque algunos le dijeron:
—Serán cosas de la niña,
asustada por el miedo.—

La niña quería reír
pero se puso a llorar:
—¡Desembarquen, caballeros,
miren que se van a ahogar!,

¡yo se los vuelvo a decir,
porque me da mucha pena
de que vayan a morir
a bordo del Valbanera!—

Entonces ha salido el barco
y su rumbo navegaba,
con un fuerte temporal
se aproximaba a La Habana.

Los que en Santiago quedaron
la suerte les ayudó,
pero a los que continuaron
la desgracia les tocó.

Ya muy cerca de aquel puerto
se encontraba el Valbanera,
aguantando el temporal
de que muy mala manera.

El mozo telegrafista,
por orden del capitán,
pedía auxilio amargamente
sin poder comunicar.

Al repetir la llamada
era por segunda vez,
de que el barco más cercano
los viniera a socorrer.

Por orden del capitán
la salvación así era,
que él daba la consigna
al oficial de primera:

—Primero las señoritas,
segundo los caballeros,
tercero los niños chicos
y cuarto los marineros.—

El de la telegrafía
ni un momento descansaba,
que el barco no resistía
porque la mar lo arrollaba.

Un americano entró
y socorrer no pudiera,
que el barco ya navegaba
sin defenderse siquiera.

Esperando y esperando,
y ningún barco venía,
y con amargo dolor
las mujeres que decían:

—Capitán, le suplicamos
con clamores y dulzura,
diga vengan a salvar
a estas pobres criaturas.

No nos importa morir
porque una muerte se debe
¡por lo menos que se salven
estos niños inocentes!—

Auxilio volvió a pedir
con voces de compasión
y de llanto, que partían
el más duro corazón.

Lo más lastimoso es
lo que les voy a decir:
que el «Jorge III» estaba
y no lo dejaron salir..

Cuando el «Jorge » no zarpó
es porque todo era nulo
que ya no se hundieran dos,
que sólo se hundiera uno.

Comunica el Valbanera
y muy poco se entendió,
en La Habana se guardaba
un silencio con dolor.

En su última llamada
que de socorro pidió,
en toda la buena Cuba
la gente, no más, lloró.

¡Qué destino, compañeros!,
el decirlo da pavor
¡que se pierde el Valbanera
vencido por un ciclón!

¡Qué triste ha sido, señores,
al conocer la isla entera,
el destino tan fatal
que ha sufrido el Valbanera!

Muchos cientos de personas
en aquel puerto esperaban
a sus seres más queridos,
pero éstos no llegaban.

Un matrimonio en Santiago
se tenían que quedar
dejando a los cinco hijos
para el viaje continuar.

Cuando iban a buscarlos
habían oído decir:
—¡Adiós, pobre Valbanera,
cómo te acabas de hundir!—

Pues pusieron atención
cuando de cerca se hablaba
que se ha hundido el Valbanera
antes de entrar en La Habana.

—¡Esto parece un sueño,
qué desgracia en este mundo;
Valbanera, los llevaste
y no nos dejas ninguno!—

La mujer se cayó al suelo
y el esposo la cogió,
fueron cinco puñaladas
dentro de su corazón.

Cuando a La Habana llegaron
se quisieron enterar
pero todas las personas
no cesaban de llorar.

Pues lloraban en el puerto
al tiempo que lamentaban
no salvar al Valbanera
era cosa muy extraña.

Socorrer al Valbanera
fuera del todo imposible
que todo el mundo lo crea,
que hay momentos que lo impiden.

Se enteraron en La Habana
que auxilio estaba pidiendo
y de los barcos que había
ni uno sólo acudieron.

Pero hay que comprender
y hacer de buena razón,
que el salvamento es inútil
cuando domina el ciclón.

Esto ha sido para Cuba
un dolor muy lastimado;
de lágrimas y dolores
al momento de enterarnos.

A una de Camagüey
también le ha sucedido
que al hundirse el Valbanera
se quedó sin cuatro hijos.

Llorando está la señora
y suplicando con lástima:
—¡Dónde están mis cuatro hijos,
que quedo desesperada!

Sólo quisiera saber,
por qué también no me matan,
que si mis hijos no están
tampoco su madre estaba.—

En toda la isla de Cuba
las campanas que doblaban,
por hundirse el Valbanera
gran duelo se demostraba.

En La Habana así se guardan
recuerdos que nunca olvidan:
la tumba del Valbanera
y las caras de las víctimas.

Tú no has tenido la culpa,
que sólo ha sido traición
de un amargo temporal
que, Valbanera, te hundió.

Esto era señalado,
¡y qué le vamos a hacer!,
de un capitán que, confiado,
todo le salió al revés.

Aquí le damos fin
a estas tristes cuartetas,
pero nunca olvidaremos
la muerte del Valbanera.

* ‘Naufragio' retrata el fantasma de los restos del buque de carga griego ‘Telamón' que, el 31 de octubre de 1981, encallaba en la trasera del muelle de Los Mármoles como consecuencia de una vía de agua producida durante su viaje desde San Pedro, Costa de Marfil, a Thessalonika con un cargamento de troncos. Las cuartetas son de producción anónima y transmisión oral, y cuentan el hundimiento del Valbanera. Y aunque aún conservo unas hojillas mecanografiadas que hará una década me regaló un viejo marinero en el Charco, sugiero aquí la versión que recoge el catedrático Maximiano Trapero en su libro ‘Romancero General de Lanzarote' .

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